Podríamos comparar al ser humano con un ordenador, el cual, se comporta de una determinada manera y obtiene una serie de resultados, en función de los programas que tiene instalados en su disco duro. Si el software es un “conjunto de programas y rutinas que permiten a una computadora realizar determinadas tareas”, el o los que tengamos instalados nosotros harán que experimentemos y respondamos a los acontecimientos diarios de una manera o de otra.

Si seguimos con el ejemplo del ordenador, cuanto más actualizados sean sus programas, y desechados los antiguos por otros nuevos, mejor será su rendimiento, sin obviar además el mantenimiento y cuidado apropiado del hardware. De no hacerlo así, más antes que después, la computadora, quedaría obsoleta.
Si extrapolamos esto al ser humano podríamos decir que esos programas y sistemas que adquirimos en edad temprana, si no son desechados cuando no sirven, si no son actualizados con nuevas versiones y si no instalamos nuevas herramientas, llegará un momento en el que la forma en la que actuemos y experimentemos nuestra realidad se quedará igualmente obsoleta, y con escasas alternativas para actuar y adaptarnos a nuestro día a día.
Sobreviviremos, pues probablemente sí. Seremos dueños de nuestra vida, seguramente no, y sentiremos que somos como la bola de un “pinball” que va de un lado por la inercia que acompaña a cada golpe.

Es esa frase que se oye mucho hoy en día, y con toda la razón, de si “vives la vida, o la vida te vive a ti”.
Aunque no es una moda actual, sí que está mucho más extendido el concepto de de crecimiento y el desarrollo personal, para bien y para mal (para gustos obviamente colores), aunque lo que está claro que, si un aprendizaje continuo se considera recomendable o casi obligatorio en determinadas áreas de nuestra vida como la laboral, estudiantil, etc., no entiendo como no es comprensible que también lo sea en el área de la persona.
Las habilidades personales se definen como aquellas que describen a una persona en la vida privada y profesional, a través de cuyo control de la persona, independientemente de la situación, permanece en los recuerdos de otras personas. Algunas de estas habilidades son:
- Autoconocimiento
- Resistencia y resilencia.
- Autoconfianza
- Capacidad de adaptación y flexibilidad.
- Capacidad de gestionar la presión o estrés.
- Creatividad.
- Pensamiento analítico
- Pensamiento positivo.
- Asertividad.
- Disposición para aprender.
- Capacidad para tomar decisiones.
- Capacidad de negociación.
- Manejo de conflictos.
- Organización y gestión del tiempo.
- Empatía.
- Proactividad.
- Comunicación.
- Foco.
- Atención.
- Comprensión
- Gestión de emociones.
- Etc.
Podríamos seguir ampliando la lista, aunque creo que con estas ya hemos cogido la idea de a qué nos referimos. De hecho, estas capacidades son muy valoradas por los departamentos de recursos humanos, y navegando en internet, podrás encontrar mil y una páginas de estos en los que ensalzan cómo los profesionales que las ostentan son mucho más valorados, o cotizados. Aunque, sin ser pesimista al respecto, creo que queda un largo camino por recorrer para que efectivamente sea así, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de los profesionales en este aspecto, no las tienen, o incluso no saben ni dan valor al proceso necesario para adquirirlas. Además, de que en muchos casos, no se promueve su aprendizaje dentro de las organizaciones.
Es cierto que son habilidades del individuo, aunque el tenerlas o no desarrolladas permiten una mejor y más próspera interacción con su entorno.
Si vuelves un momento al listado que hemos visto hace un momento, y contestas con sinceridad basado en autoconocimiento real, ¿cuál de ellas marcarias con un tic porque las tienes? Es más, ¿podrías visualizar por un momento cómo sería y actuaría tu Yo ideal si las tuviera? ¿Cómo sería tu día a día? ¿Cómo gestionarías los distintos acontecimientos e interacciones con tu entorno?
Es más, si me pongo un poco recelosa, ¿realmente las distintas organizaciones quieren o están preparados para que los individuos desarrollen todas estas habilidades? Con ellas, ¿serían o más o menos manejables?

“Una vez que les entregas los hilos, se convierten en el narrador de tu vida”.
Si bien es cierto que como dicen muchos, la vida enseña y es la mejor maestra, presentarnos ante ella preparados, con las materias repasadas, y con herramientas para solucionar lo que se nos presente, facilitaría en gran medida la tarea y nos permitiría “sacar cada curso” con nota. Nos permitiría vivir actuando, eligiendo y decidiendo a cada momento, y no tanto reaccionando a lo que nos llega.
“¿Te has preguntado alguna vez si vives la vida, o si la vida te vive a ti?”
Hay un abismo entre afrontar nuestra vida desde la perspectiva de ser dueño y creador de la misma, a hacerlo desde un punto de vista desde cual no tienes poder para cambiar casi nada, resultando esta última opción devastadora. Según esto, la vida sería como un juego de pelota en el que esta es lanzada contra uno, una y otra vez, siendo la única opción que nos quedaría la de estar atentos a lo que venga y resistir como se pueda el envite.
¿Te imaginas lo distinto que sería si al ver venir una de esas pelotas hacia a ti a gran velocidad, fueras capaz de cogerla y decidir qué hacer con ella, hacia dónde quieres lanzarla o iniciar tú el juego a tu manera?
Quizás estés pensando en este momento, tras leer lo anterior que soy una exagerada, o que estoy sacando las cosas de quicio, aunque si tu eres de los que tiene la pelota entre las manos y decides el juego, te asombraría la cantidad de personas que no se sienten así, y la cantidad de momento o épocas de nuestra vida en las que no somos jugadores, si no que solo esquivamos.
Con este enfoque la verdad es que es normal no querer a veces ni levantarse de la cama. Víctimas absolut@s del devenir de la vida. Sin control, sin poder cambiar, sin poder decidir, sin poder elegir, solo esperando y viendo como se va agotando el tiempo.
Para animar la cosa que se estaba poniendo un poco tétrica, déjame decirte que la decisión es solo nuestra. Ya que incluso, tanto si hacemos como si no, estamos eligiendo. Elegir moverte o seguir parados, es ya una elección, y como tal, obtendremos unos resultados u otros.
¿Qué elijes tú?

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